Con el objetivo de enmarcar este artículo, diremos que estamos a pocos días de un eclipse parcial de Luna, circunstancia astronómica que ha despertado múltiples profecías -como es costumbre- entre los aficionados a la Astrología fundamentalmente en redes sociales.
Sin embargo, nuestro rumbo con “La profecía del almirante” contará una historia conocida desde otra perspectiva para embarcar -literalmente- al lector en un trayecto singular.
El mueble de los tesoros
En un barco, la bitácora es un mueble fijado a cubierta, usualmente en el puente próximo al timón que le sirve al piloto (éste algunas veces es el propio capitán de la embarcación) y cuya estructura consta de diversos compartimientos conteniendo elementos indispensables para la navegación.
En el tiempo que se desarrollará nuestra historia, es decir a comienzos de 1504, este mueble tenía un libro para escribir el diario de navegación y bocetar mediante dibujos lo observado, algunos mapas, un astrolabio para las mediciones de posición, una brújula, un compás, un reloj y el objeto central de nuestro relato que consiste en una efemérides impresa con las latitudes y longitudes de los astros ordenadas por fecha.
En algunos casos este mueble tenía lugares ocultos o ductos que, en caso de abordaje podían enviar el contenido de la bitácora directo a la sentina del buque para evitar que la inteligencia recopilada por el capitán y su navío fuese hurtada.
Resistiré parcialmente la tentación de desviarme hacia la biografía del capitán del mar Piris Reis, haciendo solamente una breve mención a causa de sus apropiaciones en las bitácoras de los buques de las armadas rivales.
Este otomano fue nombrado como almirante por el Sultán Solimán I el Magnífico, entre otras cosas por su exquisita cartografía¹ que compiló utilizando por un lado los abordajes a las flotas enemigas y además debido a su propia experiencia y observación.
Todo esto terminó en un trabajo denominado: “Libro de las Materias Marinas“, obra de referencia durante siglos de los marinos de la vieja Europa.
Allí existe un famoso mapa pintado sobre el cuero de una gacela datado en 1513; redescubierto hacia 1929 y que contiene algunos enigmas respecto de la Terra Australis, los cuales se mantienen sin resolver y que eventualmente pueden ser de interés para nuestra ciencia de los astros.
Este pequeño desvío es para tomar en cuenta lo valioso de la información que se abriga en la bitácora de un buque.
Sin embargo nuestra expedición se dirige hacia otros mares, por tanto es momento de embarcar con el almirante Cristóbal Colón hacia el poniente, una vez más; en el que será su cuarto y último viaje a las Indias.
El cuarto viaje
Por lo que sabemos según las crónicas, Pedro de Ledesma² era un “hombre fiero, de cuerpo muy grande y la voz gruesa”, además de ser pendenciero, pero muy hábil en su oficio de piloto.
Tal vez por ello y debido a que estas habilidades de navegar sobre las costas desconocidas eran fundamentales, Colón decidió ponerlo en el timón de la nae Vizcaína.
Esta nave -como otras dos más de un total de cuatro- estaba provista de un velamen mixto repartido entre las llamadas velas latinas y las velas cuadradas lo que le permitía avanzar en mejores condiciones izando unas u otras con arreglo a la dirección del viento. En aquel viaje esta flexibilidad, sumada a las habilidades de pilotaje les permitió entrar y salir de los diferentes archipiélagos en varias oportunidades.
Sin embargo dos situaciones condenarían la embarcación pilotada por Pedro de Ledesma en esta travesía hacia el centro de nuestra historia.
La primera condición fue un clima altamente desfavorable.
Leamos brevemente una anotación guardada en nuestra bitácora por el almirante:
Cuando plugo a nuestro Señor volví a Puerto Gordo, adonde reparé lo mejor que pude. Volví otra vez hacia Veragua para mi viage, aunque yo no estuviera para ello. Todavía era el viento y la corriente contrarios…
Llegué casi adonde antes, y allí me salió otra vez el viento y corrientes al encuentro, y volví otra vez al puerto: que no osé esperar la oposición de Saturno con mares tan desbaratados en costa brava, porque las más de las veces trae tempestad o fuerte viento.
http://www.culturandalucia.com/Cartas%20de%20Cristobal%20Col%C3%B3n.htm#:~:text=En%20todas%20las%20Indias%20he,a%204%20d%C3%ADas%20de%20marzo.
La segunda condición se denomina broma y créame; no es una ninguna broma:
Siempre ha existido miedo al mar, durante siglos inmensos monstruos marinos robaron el sueño de los navegantes, pero era un pequeña criatura la que creaba las situaciones más desastrosas y también más peligrosas: un «gusano» que se comía la madera de los barcos. Terminaba taladrando el casco y dejándolo inservible para navegar, por lo que si esto ocurría en medio del mar, ya no se podía solucionar. Si se detectaba en puerto, se podía comprobar si era general su impacto o si sólo afectaba a una parte, en cuyo caso se podría sustituir. En España se le llamó «broma», aunque fuera un asunto muy serio.
https://blogcatedranaval.com/2020/07/07/la-broma-que-acabo-con-miles-de-barcos-teredo-navalis/
Así, este pequeño molusco que tiene como banquete la celulosa del casco de los buques sumado a casi ochenta días de mal tiempo, montan la escenografía de una expedición con sus tripulantes exhaustos, muchos ya muertos; sin provisiones, en el mejor de los casos con escorbuto y abandonados a la caridad de los indígenas del lugar que, a su vez, ya están hartos de los engaños de los visitantes.
Para colmo los propios tripulantes ya no se soportan entre sí.
Finalmente, el almirante está rodeado.
De su convoy de cuatro naves, una ha desaparecido, otra está en grave estado y las otras dos que restan apenas contienen a los sobrevivientes, mientras la broma alegremente se está comiendo el puente de mando de la Gallega.
Solamente in extremis, puede quedarle un objeto en el tesoro de su bitácora sumado a su ingenio de tal manera de superar el episodio.
Para conocer este verdadero salvoconducto, tengo que volver mis pasos hacia Königsberg unos setenta años atrás
La imprenta de Núremberg
En 1436, Johann Müller nace en Königsberg y será conocido tiempo después por el latinazgo de la locación de origen bajo el nombre de Regiomontanus.
Nuestro personaje resulta ser un niño prodigio y destaca de manera feroz en matemáticas y astronomía.
Unos pocos años más tarde sus esfuerzos también con la Astrología dan numerosos frutos entre los que conocemos aún actualmente un sistema de domificación que lleva su nombre.
Lo que hace a este personaje influyente en nuestra historia es el accidente temporal que suma su espíritu aplicado a la trigonometría con el invento de la imprenta de Gutemberg de 1440.
Es además, un artesano ingenioso en la construcción de astrolabios³ y para 1472 ya se encuentra en Núremberg en donde publica literatura científica con su imprenta personal de tipografía variable.
Para ahorrarle al lector otros caminos inciertos, simplemente le comentaré que nuestro héroe (en realidad el héroe de Colón), se especializa en las funciones trigonométricas que incluyen el seno en los ángulos.
Como su actividad también (por fin para este artículo) incluye la Astrología; calcula, imprime y difunde las Efemérides con la latitud y la longitud de los astros, para la actividad cotidiana de los practicantes.
Aparte de nuestros distinguidos astrólogos de la época, estas tablas van a parar -ya se imaginará- a las bitácoras de los buques.
Me gustaría quedarme un rato más escribiéndole acerca de Regiomontano. El asunto es que hay una tripulación de unos cien hombres que depende del arte astrológico para sobrevivir.
Me excusará pero debo volver lo antes posible a lo que queda de la cubierta de la Gallega.
La profecía del almirante
Colón -y posiblemente su hijo Fernando-, al revisar la efeméride el 24 ó 25 de febrero se da cuenta que en la tarde del 29 de febrero de 1504, según la tabla de Regiomontano para la latitud en la que se encontraban, se provocaría un eclipse total de Luna.
Así que el día 26 nuestro almirante pide y obtiene una reunión con el líder de los indígenas.
Imaginemos por un instante la declaración:
Mi dios está muy enojado con ustedes por no habernos brindado más comida a ninguno de nosotros. Para demostrarlo, en tres días “las llamas de la ira” harán desaparecer la luna del cielo…
Bueno; así las cosas.
Por un lado con este mensaje me gustaría pensar que los indígenas estarían entre risueños e intrigados y por el otro lado los navegantes rogándole a nuestro astrólogo Johann Müller que sus cálculos impresos estuviesen revisados.
Veamos el resultado en el relato de Fernando, su hijo:
En la noche señalada, cuando el Sol se puso al oeste y la Luna comenzó a emerger más allá del horizonte oriental el eclipse y la “Luna sangrienta” hicieron su aparición. Los nativos estaban aterrorizados y de inmediato pidieron a Columbus que hablara con su dios para que devolviera la Luna a su tamaño original.
El gran explorador les dijo que tendría que retirarse para hablar en privado con su dios. Luego se encerró en su cabina durante unos 50 minutos y en ese tiempo los barcos fueron cargados de provisiones.
Colón usó su reloj de arena para registrar las fases del eclipse y, justo antes de que llegara a su fin, anunció que Dios estaba de acuerdo en devolverles la Luna. Después del eclipse, los nativos agradecidos los alimentaron hasta su partida por el Caribe el 29 de junio de 1504.
https://www.muyinteresante.com.mx/historia/eclipse-lunar-que-salvo-cristobal-colon/
Epílogo
En mi consulta profesional he tenido entrevistas con militares graduados de las tres ramas de las armas.
Los marinos multiplican varias veces su número frente a las otras dos especialidades.
Es muy interesante su mirada frente al mapa astral cada vez.
Ya tendré tiempo de contar alguna de sus historias sabiendo además, que son privilegiados a la hora de observar el cielo y reconocer por necesidad, formación y placer las rutas y los mensajes que allí se contienen.
Tal vez por eso creo en el postulado del filósofo escita Anacarsis del siglo VI antes de Cristo cuando enunció:
Existen tres clases de personas en el mundo: los vivos, los muertos y los que navegan en barcos por el mar.
https://es.wikipedia.org/wiki/Anacarsis
Si le ha interesado esta historia, aguardo sus comentarios más abajo en esta entrada o si prefiere puede utilizar el formulario en la pestaña Contacto de este sitio.
Referencias
¹Hasta donde sabemos, Cristóbal Colón también era un excelente cartógrafo al punto de ejercer esa actividad. Escribe en una carta a los reyes incluida en el Libro de las Profecías:
“…nuestro señor (…) me dio (…) engenio en el anima e manos para debusar espera y en ella las çibdades ryos y montañas yslas y puertos todo en su propio sytio…”
²En Jamaica, al regreso del cuarto viaje colombino, Pedro de Ledesma se unió al grupo de los rebeldes encabezados por los Porras contra los Colón. Tras el enfrentamiento llevado a cabo el 17 de mayo de 1504, salió tan malherido que fue un milagro que no muriese.
³El astrolabio se basa en la proyección estereográfica de la esfera celeste. Consiste, básicamente, en una circunferencia graduada (placa madre o mater) sobre cuyo eje gira una aguja con un punto de mira que se apunta a la estrella elegida. El borde de la madre, o limbo, muestra una escala graduada en grados y a menudo también otra en horas y minutos. En la parte superior, consta de una argolla de la que se suspende el instrumento en posición vertical para realizar las mediciones.
Fuente del mapa del cuarto viaje: https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=7152929
Muy interesante relato,lleno de detalles que mantiene al lector absorbido en la lectura.!!
Muchas gracias Ana. Un abrazo.
Me has “profundizado” el domingo, Álvaro. Después de programas sobre Irán, problemas de energía y lecturas sobre los escritores de la feria del libro en Fráncfort, todo en alemán, es reconfortante leer en el idioma materno un texto lleno
de sabiduría, profundo como el mar y con la bitácora llena de estrellas. Saturno está ya directo…trae futuro.
Un saludo cordial,
Carmen
Muchas gracias Carmen.
Un afectuoso saludo.