El limbo de los exploradores

El limbo de los exploradores

Para presentar “El limbo de los exploradores”, será necesario aclarar que este contenido es producto de una serie de sucesos de las últimas semanas y no guarda una relación con el modelo usual de las publicaciones en este sitio.

Es meramente una opinión basada en la experiencia del asunto astrológico en la que haremos referencia específica a diversos personajes que, de alguna manera se encuentran involucrados en mis razonamientos por estos días.

Con motivo de preservar de forma lo más exacta posible las citas que me interesan, no traduciré del inglés original algunos pasajes relevantes.

El andén de los desamparados

La palabra limbo procede del latín limbus, que significa orla o franja decorada de una vestimenta, y que por su valor de franja se aplicó también en latín a la franja celeste de las constelaciones del Zodíaco.

En latín cristiano primitivo los padres de la Iglesia emplearon este vocablo para referirse a una especie de franja superior, o borde limítrofe de los infiernos, libre de todo castigo pero también de la felicidad celestial, donde residirían las almas de aquellos justos previos al cristianismo que por no tener la fe cristiana no podían salvarse pero tampoco condenarse; y sobre todo, lugar donde irían a parar las almas de los niños muertos sin haber recibido el bautismo.

Como lugar en que uno está sin pena ni gloria, en una especie de nada o inopia, de ahí que se diga de quien anda alelado y absorto, como si no estuviera en ninguna parte.

Si revisamos este término desde la teología, la posición doctrinal sostiene:

Los niños muertos sin pecados personales van a residir en la región fronteriza del infierno, en una especie de nivel superior, donde no les alcanzaría el fuego.

https://es.wikipedia.org/wiki/Limbo_(teolog%C3%ADa)

Usted verá, al igual que los habitantes postulados por la teología, muchos de los practicantes de Astrología por estos días estamos en ese lugar, es decir; hemos quedado arrinconados allí, en una especie de andén en el que aguardamos nuestro viaje hacia mejores tierras sin que el transporte del conocimiento venga por nosotros.

Los palcos del teatro

En el escenario actual de los practicantes de Astrología parecen identificarse varios grupos.

Esta circunstancia se ve acicateada en los últimos años impulsada por el motor de Internet.

Le recomiendo esta conversación entre Steven Forrest (el principal promotor de la Astrología Evolutiva) y Robert Hand -quién será protagonista involuntario de una disputa que veremos más adelante-, en donde ambos se encuentran sorprendidos de la cantidad de ramas que aparecieron últimamente en el asunto.

Así, en nuestros palcos imaginarios, tenemos diversos grupos de practicantes no necesariamente separados por la edad, sino más bien por su actitud frente a la disciplina, que es lo que en realidad representa el peligro para nuestra comunidad.

Los más dañinos para ella -y para nosotros-, son aquellos que vienen a buscar solamente lo que tiene para ofrecerles sin dejar nada a cambio.

A tales efectos y al momento de aprender acerca del tema, se parecen a una clase de estudiantes “indolentes” como sostenía el padre de la Semiótica C.S. Peirce:

El estudiante universitario indolente, por mucho que se empeñe su profesor de filosofía para que se valga por sí mismo, porque siente un respeto bien fundado por los conocimientos superiores y por la fuerza intelectual de ese profesor, encuentra mucho más fácil aceptar todo lo que él dice como verdadero, porque lo dice él, que someter los argumentos de ese profesor a una crítica incisiva; y así él se convierte, por lo general, en casi tan esclavo de la autoridad, como lo era el estudioso medio de las escuelas medievales.

Peirce, C.S. (1931-1958). The Collected Papers of C. S. Peirce. C. Hartshorne; P. Weiss, y A. Burks (eds.). Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press. 

Entonces, estos practicantes de formación -al menos- endeble, muchas veces se les da por inventar o descubrir nuevas y asombrosas teorías que no tienen problema en incorporar a la legislación original.

Dan luego su opinión terminante sobre las observaciones de otros practicantes anteriores, sin basar sus pruebas con un marco metodológico adecuado.

En caso de necesitar un impulso de ventas, siempre hay un nuevo asteroide que puede ayudar, faltaba más.

Diremos también en honor a la verdad, que en nuestro palco alojado en el limbo; tampoco se termina de aclarar todo este asunto del cuerpo astrológico pero, estamos dispuestos a pagar con algún tipo de aporte de valor variable con arreglo a nuestras habilidades, la entrada al teatro.

Apenas en mi torpeza intelectual -ahora en primera persona, para no involucrar a otros investigadores-, exploro -sin mucha suerte- un modelo tras otro tratando de encontrarle un vector razonable al influjo astrológico.

Algo así como buscar la llave correcta en un llavero infinito.

La diferencia, sin embargo, es que en lugar de “fundar” una nueva ley universal, -vuelvo al plural-, hacemos pequeñas notas al margen tratando de contribuir a la comunidad desde nuestro puesto de observación.

Para dar un ejemplo, el postulado que sigue es simplemente una enunciación precaria e incompleta, pero representa muy bien los senderos por los que puede marchar la investigación mientras uno se topa con el objeto de este artículo.

Los otros signos

Siempre he tenido una especial debilidad por la semiótica.

Mis estudios acerca de ella son apenas decentes, pero me han permitido dar una vuelta en mis cavilaciones sobre algunos asuntos relativos a los signos y los símbolos ya que, están lejanamente emparentados con el utilaje de mi oficio.

Como esto es apenas un esbozo, leamos la definición de semiosis:

La semiosis (del griego: σημείωσις, sēmeíōsis, derivación del verbo: σημειῶ, sēmeiô, «marcar») es cualquier forma de actividad, conducta o proceso que involucre signos, incluida la creación de un significado. Es un proceso que se desarrolla en la mente del intérprete, se inicia con la percepción del signo y finaliza con la presencia en su mente del objeto del signo.

https://es.wikipedia.org/wiki/Semiosis

Ya ve, a finales de febrero ahí estaba tratando de juntar algunas monedas para continuar pagando mi lugar en el teatro, mientras en mi escritorio me veía -nuevamente- con Charles Sanders Peirce.

El limbo de los exploradores

Me asomaba otra vez a la lectura del excelente documento de Aldo Mazzuchelli titulado: “Astrology, hermeneutics and metaphorical web” publicado en 2001, que puede leer íntegro aquí y del que solamente extractaré un segmento en donde afina que los símbolos son accesibles solamente a través de un modelo metafórico y esas metáforas si bien pueden no ser los hechos pronosticados, contienen de alguna manera sus cualidades:

That is to say, what the interpreter of an astrological chart with the necessary competence could produce would be merely a series of phrases which are no more than possible cases arising abductively in his interpretation from the game of operational qualities present in the chart.

If he does not give his “customer” direct metaphors, he should at least be aware that he cannot give him facts, since the chain that links “facts” to symbols does not exist in a direct manner.
Our sample phrase is finally transformed, strictly speaking and in a way somehow different to how things occur, into the following:
[Here and now], the quality Mercury [which means thought, exchange, information, speed, intelligence, logos, writing, communication…] is linked to quality Capricorn [which stands for resistance, worldliness, slowness, limits, work, time…]…

Another way of putting it is to say that symbols may be accessed only through metaphors, and that metaphors may not denote facts, but qualities bound to be associated with facts.

An example may be of help to see this.

In a Semiotics class I mentioned the word dromedary, and one student did not know its meaning. Another student used a metaphor to explain it to her: “it is a camel with a single hump”.

Evidently, that is not a definition of a dromedary that a zoologist would approve of. However, the student understood… the metaphor -but undoubtedly she did not have an experience of a dromedary-.

She simply created a mythical animal which, until further notice, is “her” way of interacting in the world of “the people who know dromedaries” and feeling she knows what she is talking about. But does she really know it? In her own world, in a world whose limits are those of her language, she does: “that” has a meaning for her…

http://cura.free.fr/xv/12mazz-e.pdf

Entonces en medio de mis elucubraciones, me entero que durante el comienzo del 2023, surgió una disputa acerca del origen de un sistema de domificación que involucra a Robert Hand, Deborah Houlding y el principal difusor de la Astrología Helenística de nuestros días: Chris Brennan.

Esta situación, desvió mi foco de atención.

Alzando la voz

No es mi intención fundamentar una postura en el asunto -que por cierto la tengo- y siempre es preferible que el lector tenga la fuente de primera mano, por eso en este artículo esta situación ha merecido un párrafo propio:

Al profundizar en el asunto, el residuo que deja todo este tema es una suerte de acusaciones y respuestas.

Más adelante, Brennan continúa en su alegato y es allí donde aparece el centro de toda esta cuestión.

El pago de la entrada

Luego de un descargo de unas seis horas de video, Brennan comienza a enunciar sus conclusiones.

Veamos solamente la transcripción de la primera:

So one of the things I wanted to say is one of the things that´s annoying about it that bothers me so much is in the late 20th century in the 1990s and 2000s, there was this movement where a number of astrologers wanted to legitimize astrology more.

And there was this feeling that a bunch of astrologers started going back to school to get advanced degrees like master´s degrees and PhDs, oftentimes in history or studying the history of astrology, and some astrologers started then entering into academia and engaging in doing historical scholarship as a way of, partially of both recovering our history by trying to legitimize the field a little bit to some extent.

And that´s part of what Project Hindsight represented, as it showed that astrologers themselves can take matters into their own hands and can learn ancient languages and can learn the history of astrology, and can go back and recover their tradition.

And that sometimes when astrologers do that, that sometimes they can have unique observations based on their personal experiences using astrology in practice.

That they can actually sometimes see things that an academic historian who sort of knows astrology abstractly, because they´re learned enough of it to be able to study its transmission in history in a purely historical context, but that sometimes an academic historian without that background of actually internalizing the practice of astrology because you actually believe it´s a legitimate phenomenon, sometimes can overlook things or not do as good of a job in some instances because they don´t have that personal experience with astrology.

Whereas sometimes a practicing astrologer today can go back and see things that Vettius Valens is doing or some other astrologer like William Lilly is doing, and they can notice things that they´re doing in their practice because it resonates with something that astrologers are still doing to this day.

So one of the things that sucks about this whole thing and that this is a bad example of for our community is that this is an instance of the opposite of where sometimes there can be major shortcomings when astrologers try to get into these academic historical debates about the history of astrology because sometimes astrologers can bring their own personal biases into those debates.

And sometimes that can mess up actual scholarship and it can cloud the history of astrology in a way that´s not going to be helpful in terms of either legitimizing our field or in terms of helping to actually truly reconstruct the history of astrology.

https://theastrologypodcast.com/transcripts/ep-386-transcript-deborah-houlding-and-whole-sign-house-denialism/

Al leer esto, se me vino inmediatamente la opinión de Pablo S Wahnon, en un documento que pasaba cerca de mi construcción semiótica en la circunstancia, cuando en su crítica frente a la discusión sin sentido entre astrónomos y astrólogos; sostuvo hace unos treinta años:

Esto no quiere decir que la astrología sea una ciencia aparte, o al menos que sea una ciencia hoy. Si lo fuera, debería cumplir varios requisitos, de los cuales sólo quiero mencionar uno. Una característica común al conocimiento científico es la formación de instituciones o academias, donde los científicos deben exponer sus trabajos. Para poseer una verdad científica debemos convencer a nuestros colegas y contar con un respaldo académico. Con esto se trata de darle una mayor objetividad a la ciencia, trascendiendo las meras experiencias individuales…

http://institutocopernico.org/cic/cic24.htm

El limbo de los exploradores

Por esto y desde hace unos cincuenta años, diversos investigadores cambiaron su metodología.

A riesgo de hacer una mala lista por lo incompleta, me gustaría destacar en principio a Robert Zoller quién tiene una travesía particular con la Astrología ya que no tuvo más remedio que aprender latín para entrar en dominio de las obras que llegaban desde Europa sin intermediarios y comenzó su traducción al inglés y de esta manera se inició la restauración de algunas técnicas propias del arte, usando su educación formal.

Hizo el movimiento en el sentido correcto.

Arduo, pero correcto.

Lo mismo pasó con Robert Hand y más cerca en el tiempo con el propio Chris Brennan.

Otros tantos optaron por caminos diferentes respecto de los idiomas antiguos o de la revisión histórica.

Por ejemplo Nicholas Campion lo hizo desde la Astronomía Cultural que en momento de su estudio aún estaba basada exclusivamente en la Arqueoastronomía.

En castellano, una enorme figura de la talla de Demetrio Santos tiene que estar, o la Escuela de traductores de la Sirvienta, quienes ensayaron este mecanismo y comenzaron la restauración de los saberes históricos de la disciplina.

En mi caso particular, el sendero académico de la Astronomía Cultural desde la UDELAR, me ha puesto en pista de nuevos desafíos que también -modestamente-, me han empujado hacia el fondo del palco del limbo de los exploradores.

Ya sé, usted me dirá que todo este artículo es para destacar una formación en una interdisciplina académica.

Pues no.

En paralelo con el razonamiento de Brennan, allí en la facultad, mis compañeros me recibieron con los brazos abiertos y me acompañaron en mi travesía de forma independiente que ellos fuesen astrónomos, arqueólogos o antropólogos.

Se acercaron con curiosidad pero sin desdén a mi oficio ya que como intuyó Brennan, les podía aportar algunas historias de los cielos desde la perspectiva de quién tiene que trabajar en ese mundo mágico a diario.

Esta misma situación no se ha dado -por desgracia- con los practicantes que no han pago aún su entrada al teatro.

Es mucho más cómodo -como el estudiante indolente-, ignorar de manera sistemática desde su palco, muchas veces con vista a las redes sociales; las investigaciones o los aportes que pueden mejorar a la comunidad.

Prefieren repetir su advertencia -de indudable rédito económico- acerca de Mercurio retrógrado.

Tal vez será que quienes vivimos -en mi caso en las últimas filas del palco- del limbo de los exploradores no tenemos mucha esperanza de ser admitidos en el olimpo del conocimiento de nuestros ilustres antepasados; pero creemos fervientemente que en la medida que mejoremos nuestra formación tendremos una oportunidad de hacer un aporte de valor que cumpla cabalmente con el precio de pertenecer a la comunidad astrológica.


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La imagen principal de esta entrada se corresponde con: De Seguidor de Jerónimo Bosch – www.philamuseum.org, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=6072326

Imagen de C.S. Pierce: Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=128147

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