El planeta estallado

El planeta estallado

Como equipamiento para recorrer este artículo “El planeta estallado”, tengo que dotar al lector de algunos parámetros necesarios ya que este viaje atravesará una documentación en estado vestigial, un evento astronómico mayor en nuestra América del Sur y una incertidumbre sobre el mecanismo astrológico.

Asumiremos que el efecto astrológico se basa en alguna clase de influencia a nivel físico entre un cuerpo celeste y la vida de una persona sin ir más allá en este axioma ya que existen otros supuestos de posible recorrido pero que escapan a la hipótesis que aquí se plantea.

A su vez este primer documento forma parte de un trabajo de mayor escala por lo que solamente podré en esta instancia describir de forma somera cada uno de los vectores.

Un reloj roto

Durante años y en distintos escritos pude documentar en forma precaria mis elucubraciones disonantes respecto de la creencia astrológica que, engulle con parsimonia todo aquello que proviene de la tradición sin cuestionar el cuerpo mismo de la disciplina.

Así, el axioma se repite una y otra vez y asistimos por estos años a una especie de renacimiento de los autores clásicos desde donde los practicantes actuales repiten a modo de mantra, términos muy atractivos dando por cierto su aparente influencia.

En mi viaje incómodo con esta cuestión aún resuena la sensación de estar frente a un mecanismo incompleto que se ha roto como un juguete y sin embargo con lo que resta de éste, todavía podemos divertirnos y especular.

Por ejemplo, en la distribución de las denominadas “regencias zodiacales”, el legislador original parece adjudicarle astros a signos y nosotros como estudiantes aprendemos los primeros versos del poema:

A Aries le corresponde Marte, a Libra le corresponde Venus, etc.

Un poco más adelante en la historia del paradigma astrológico viene la incorporación de los astros digamos “modernos”, es decir los que siguen a Saturno -y salvo en algunas fechas y latitudes específicas para Urano- éstos no son visibles a simple vista en el cielo.

Mientras escribo estas líneas también se han incorporado a la astrología alegremente, toda clase de asteroides que “ayudan” a justificar pronósticos o hasta influencias en la psique del nativo, faltaba más.

Pero aún continúan dos cuerpos con regencia doble: Mercurio tiene regencia sobre Géminis y Virgo, mientras que Venus lo hace sobre Libra y Tauro para el credo.

No he visto sin embargo en estas casi cuatro décadas que llevo en el asunto, una mirada crítica sobre estas regencias múltiples o una dinámica que plantee qué sucedería si en realidad este mecanismo estuviese dañado por un evento astronómico mayor.

Para un fallo de pronóstico simple la justificación siempre es agregar otro factor más e incorporarlo a la torta en lugar de preguntarse si no faltará o fallará un engranaje o tal vez se encuentre atascado un resorte.

Las sospechas del ocultismo

Hace ya unos cuarenta años, nuestro multicitado Boris Cristoff entre otros autores, se negaba -en algunos círculos convenientes- a adjudicarle el trono de Tauro a Venus.

Sostenía que esa regencia correspondía a la Tierra.

Sí, leyó bien; a la Tierra.

Su argumentación no era muy clara al respecto, pero directamente sobre la práctica de interpretación, prefería mantener a Venus alejada de los asuntos del Toro celestial.

En mi propia investigación sin preocuparme tanto del efecto directo en la carta; buscaba antecedentes para esta distorsión entre la naturaleza mitológica de los dos personajes ya que este supuesto de Cristoff -sabemos que abrevaba mucho más de la comovisión rosacruz de lo que decía- se repetía en algunos circuitos de esa visión, fuera de la versión de su “vocero oficial” Max Heindel.

A finales del siglo pasado, una publicación con la compilación de los boletines desde 1942 a 1946 denominada “La iniciación”, me puso en pista ya en su primer volumen en el apartado: “Curso Práctico de Astrología Judiciaria”.

De acuerdo con su autor de apodo Surya S. L., estas enseñanzas provienen del Arqueómetro de Saint-Yves d’Alveydre y son escritas por el conocido ocultista Dr. Encausse que en la época escribía bajo el seudónimo de Papus.

Veamos un fragmento de sus enseñanzas en la página veinticuatro, bajo el subtitulo “Los Planetas”:

“Hemos visto que los planetas giran alrededor del Sol y que, para la ciencia, el orden de dichos planetas es el siguiente: Sol… Mercurio… Venus… Tierra… Marte… Los asteroides del planeta estallado… Júpiter… Saturno… Urano… Neptuno.

Fragmento de “La Iniciación”

Esta descripción particular del cinturón de asteroides despertó mi curiosidad, por lo que avancé con ese rumbo.

Años más tarde en mi investigación encontré más material gracias a este breve intercambio de mensajes con el hijo de Julio César Hiriart Corda, del cual transcribo un breve pasaje:

“…hallé una compilación de la revista “La iniciación” que a su vez contiene fragmentos del “Curso práctico de Astrología Judiciaria” ¿Es posible que tu padre haya anotado algo respecto de un factor específico en el apartado denominado “Los planetas” acerca de “…los asteroides del planeta estallado…”? Estoy persiguiendo una hipótesis acerca de un astro existente colisionado hace unos cuatro mil años…”—pregunté.

No se si escribió algo al respecto. Pero, estoy seguro que algún día me comentó eso. Si escribió algo, como es un hecho puntual es mucho más probable que haya sido en su boletín “Luz del Cosmos”—me contestó.

Revisando los ejemplares que sobrevivieron en la Biblioteca Nacional de este boletín que era lo que quedaba de mi pista, infelizmente no encontré nada elocuente acerca de esta circunstancia, más allá de algunas vagas conexiones acerca de la influencia de los fenómenos meteóricos que para esta publicación estaban vinculados a alguna clase de mensajes en la confusa cosmovisión esotérica de la primera mitad del siglo pasado.

Le atribuían toda clase de influencias a los más mínimos detalles, de tal manera que al final no se puede obtener nada más que el entusiasmo del autor.

Hasta allí llegó ese rastro.

En términos científicos, lo que sabemos del cinturón de asteroides, es que constituye una especie de “basurero intermedio” en donde la gravedad de Júpiter empuja esos guijarros desprendidos como el colector de la basura y esta parece la mejor hipótesis mientras se aleja la teoría que en algún momento este conjunto haya sido un astro que se “rompió”.

Así, una parte del recipiente de residuos de asteroides queda atrapada por mandato gravitatorio de nuestro conocido Zeus.

El otro cinturón

El segundo basurero -el principal- del sistema solar es mucho más grande.

Cinturón de Kuiper

Se llama el cinturón de Kuiper y allí en sus fronteras habita en zonas linderas Neptuno, mientras que nuestro viejo y querido diablo Plutón debido a su órbita elíptica entra y sale de forma frecuente conjuntamente con otros plutinos de diverso tamaño.

En el otro borde, el externo; se encuentra una zona de residuos particular que la ciencia ha denominado “El Acantilado“.

Sabemos también que algo “empuja” la basura de los asteroides fuera del acantilado; los barre.

Hoy en día, la hipótesis más estable, es la existencia de otro planeta de un diámetro aproximado al de Neptuno que aún no ha sido descubierto, pero que se encuentra postulado bajo la denominación de Planeta 9 o Thelisto.

Debido a su masa por el arrastre literalmente “escupe” asteroides por gravedad desde el basurero hacia el Sol.

Desconocemos parcialmente su órbita, pero sabemos que como la del Hades, es profundamente elíptica.

En su afelio (el punto extremo del arco de órbita más lejana respecto del Sol); este astro alcanza el límite exterior de nuestro sistema solar denominado: nube de Oort.

Le aclaro que no estoy hablando de Nibiru puesto que no tengo argumentos estables para ello, lo que estoy seguro es que no se trata de una historia de alienígenas en sus naves espaciales.

La ciencia astronómica considera que nuestro amigo Thelisto en su arrastre podría ser el revólver que disparara proyectiles en forma de asteroides hacia el Sol desde el basurero periódicamente.

No tengo ninguna prueba para pensar que Thelisto sea el regente de Tauro; pero tal vez cuando envió camino del Sol algún proyectil, éste colisionó con otro cuerpo provocando el consiguiente espectáculo primero, para posteriormente enviarnos algunos obsequios en forma de grupos meteoroides.

Estos desprendimientos son comunes en la historia de nuestro hogar, pero en esta oportunidad me interesa compartir el impacto cultural en nuestro continente bajo un fenómeno relativamente poco conocido.

Así que si le parece viajemos un poco menos de cuatro mil años hacia atrás y le recomiendo que se hidrate bien puesto que vamos con rumbo al chaco argentino.

Campo del cielo

Busquemos la definición:

Campo del cielo es la denominación de una extensa región del norte de la Argentina ubicada en el Chaco Austral, actualmente en el límite entre las provincias del Chaco y Santiago del Estero, en la cual hace aproximadamente 4000 años​ impactó una lluvia de meteoritos metálicos resultantes de la explosión en la atmósfera de un asteroide de alrededor de 840 000 kg​

https://es.wikipedia.org/wiki/Campo_del_Cielo

Antes de darle una dimensión humana a través de la Astronomía Cultural a tamaño evento, leamos algunos datos inquietantes de la investigación de Giménez Benitez, López y Mammana:

Existen evidencias de que América del Sur fue impactada en forma múltiple por distintos cuerpos desprendidos de un mismo meteoroide (Cassidy et al., 1965).

El Dr. Truman Kohman sugiere que un meteoroide padre entró a la atmósfera terrestre en una órbita muy llana y se fragmentó a gran altura en uno o más desmembramientos violentos. Un meteoroide que se acercase con dirección N60ºE a Campo del Cielo en una órbita aproximadamente de 40° de inclinación, reentraría en su próxima revolución más al norte. Una línea N60°E trazada a través de un punto situado 22° al oeste de Campo del Cielo, pasa por el campo de dispersión meteórico continental de la lluvia de Chile Septentrional (el cual podría yacer en su mayor parte en el Océano Pacífico frente a la costa chilena) (Cassidy et al., 1965).

http://fcaglp.fcaglp.unlp.edu.ar/~sixto/arqueo/meteoritos.htm

Veamos; usted está allí pescando alegremente en las inmediaciones de la zona cuando observa una luz aproximarse durante algunos días que luego se transforma en un satélite; es decir; allí tiene un segundo Sol que orbita sobre su cabeza como mínimo una vez; pero es posible que lo haya visto durante mucho más tiempo durante la aproximación como un cuerpo definido en su cielo.

El ángulo de entrada es relativamente bajo; esto es el grupo meteoroide no entró perpendicular a la superficie, sino que lo hizo desde una altura mucho menor.

El evento es de tal magnitud que para que tenga una idea solo uno de los “regalos” que cayó a la superficie -el meteorito denominado Chaco- pesa 37 toneladas.

Es tal la influencia del asunto que Hernán Mexía de Miraval, un explorador de los conquistadores españoles en 1576 es enviado al lugar en la búsqueda del “Mesón de Fierro” ya que consideraban que existía un yacimiento de plata en el lugar puesto que los indígenas usaban fragmentos del grupo de meteoritos en su economía.

¿Qué le parece?

Un evento del cielo transforma la región sin perjuicio que su ámbito de influencia como sostiene Cassidy excede la locación y estoy seguro que si continúa el razonamiento ese otro Sol sería visible desde el resto de la Tierra durante su rotación.

Por la extensión de este artículo no puedo profundizar aquí en la presentación de Campo del Cielo, pero si escucha a los Tobas bolivianos estos dirán simplemente:

El sol cayó a la Tierra

Wilbert & Simoneau, 1975

O tal vez este concepto repetido del cataclismo apocalíptico con visos del Diluvio Universal le interese:

Como puede observarse muchos de los relatos coinciden sugestivamente con lo que cabría esperar de un impacto meteórico como el de Campo del Cielo. En particular resultan muy interesantes aquellos relatos que combinan la secuencia: objetos encendidos que caen del cielo-gran incendio-obscuridad-frío, que es la que más se asemeja a la serie de eventos tras un impacto. Es de notar que en general estas versiones corresponden a los pilagá, quienes, dentro del tronco guaycurú, son los que durante más tiempo se han mantenido apegados a las antiguas tradiciones.

Métraux, 1948

Me estoy quedando sin espacio aquí para este desvío y Campo del Cielo merece de por sí un reconocimiento y estudio mucho mayor, de tal manera que le dejo solamente a modo de avance, un video 360 sobre el tema:

Para cerrar este artículo debo volver mis pasos hacia el cielo una vez más.

El planeta estallado

En este breve recorrido hemos visto que nuestro sistema solar desde donde se apoyan las elucubraciones y correspondencias astrológicas es cualquier cosa menos un lugar tranquilo.

Suceden eventos mayores, existen repositorios de material residual de esta actividad constante y en definitiva comprobamos que esta aparente estabilidad en la que vivimos no es tal.

Desde la observación del cielo surgieron construcciones culturales tales como el Zodíaco y mediante diferentes metodologías se propusieron las leyes astrológicas.

Situaciones tales como la pérdida de un factor en estas leyes como una pieza del rompecabezas puede ser mucho más probable de lo que nos han transmitido.

Podría incluir en la hipótesis por ejemplo la destrucción cataclismica del regente de Tauro.

Tal vez ya no exista tal regente y alguno de sus fragmentos pueden perfectamente yacer en nuestra superficie con lo que cumpliría parcialmente con la mirada vestigial ocultista del asunto, tomando en cuenta que el evento de Campo del Cielo cambió la economía de los pobladores del lugar quienes dicen haber recibido un regalo de Sol.

Lisa Morpurgo en su excelente libro “Introducción a la Astrología” escribe que tiene que existir una lógica de dos planetas más (ella los denominó “X” e “Y”) y me parece sensato el asunto porque a una subdivisión de doce signos le cae mejor diez astros más las dos luminarias.

Pero vea, nuestro sistema solar es un barrio peligroso y bastante más violento de lo que parece y a cualquiera se le puede romper un reloj de precisión de tal manera que le quede funcionando solamente la aguja del horario y el segundero, mientras el minutero se salió del engranaje volando hacia otro lugar y muchas veces es difícil adivinar la hora exacta, ¿no le parece?


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