Este artículo titulado “El signo del vuelo 571”, es un breve testimonio de los vericuetos astrológicos que sucedieron en mi país, alrededor de la denominada: “Tragedia de los Andes”.
Está orientado a personas con interés por la disciplina y que posiblemente no tengan noticia del protagonismo de Boris Cristoff en los días posteriores a la fecha del accidente ocurrido un viernes 13 de octubre de 1972.
La película del director Juan Antonio Bayona titulada “La sociedad de la nieve”, escrita sobre el libro de Pablo Vierci; se encuentra en su ola mayor de repercusión cuando escribo estas líneas y hace propicia la ocasión para traer este vestigio impreso en mi memoria.
Dedicaremos apenas unas palabras a los detalles técnicos de asunto que, por sí solo, da para un estudio más profundo.
La tragedia y su milagro
Leamos este breve resumen desde Wikipedia:
El accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya ocurrió el viernes 13 de octubre de 1972, cuando el Fairchild FH-227D, un vuelo chárter que el día anterior había partido de Montevideo (Uruguay) a Santiago (Chile), se estrelló en la cordillera de los Andes. El accidente aéreo y la supervivencia posterior se conocieron como tragedia de los Andes y milagro de los Andes, respectivamente.
Mientras el avión cruzaba los Andes, las nubes cubrían las montañas. Los pilotos creyeron erróneamente que la aeronave había sobrevolado Curicó (Chile), donde viraría al norte para iniciar su descenso al Aeropuerto Los Cerrillos de la capital chilena. No se dio cuenta de que las lecturas de los instrumentos indicaban que todavía estaba a entre 60 y 70 km de Curicó.
La aeronave comenzó a descender antes de tiempo mientras aún sobrevolaba los Andes, impactando contra el filo de una montaña. Ambas alas y la sección de cola se desprendieron del fuselaje. El resto del fuselaje se deslizó por la montaña a una velocidad aproximada de 350 km/h, descendió unos 725 metros y se estrelló contra el hielo y la nieve del glaciar de Las Lágrimas a 3570 metros de altura. en la cordillera de los Andes en el Departamento Malargüe, Provincia de Mendoza (Argentina), a 1200 metros de la frontera con Chile.
Las autoridades comenzaron inmediatamente la búsqueda del avión y sobrevolaron el lugar del accidente varias veces durante los días siguientes, pero no lograron divisar el fuselaje blanco contra la nieve. El 21 de octubre los esfuerzos de búsqueda se cancelaron.
La aeronave transportaba a 5 tripulantes y 40 pasajeros, incluidos 19 miembros del equipo de rugby Old Christians Club, junto con algunos familiares, simpatizantes y amigos. Tres miembros de la tripulación y diez pasajeros murieron por el impacto y cuatro personas fallecieron durante la primera noche debido a las gélidas temperaturas y a sus graves heridas. En las semanas posteriores fallecieron doce más, entre ellos ocho por un alud de nieve.
Los 16 sobrevivientes sufrieron penurias extremas —como la congelación, la sed y el hambre— que los llevaron a recurrir a la antropofagia. Cuando el clima mejoró con la proximidad del verano austral, el 12 de diciembre Nando Parrado y Roberto Canessa escalaron sin equipo un pico montañoso de 4650 metros y descendieron hacia Chile, donde se encontraron con el arriero Sergio Catalán, que posibilitó su rescate el 21 de diciembre, tras recorrer unos 38 km. El 23 de diciembre de 1972, 72 días después del accidente, se rescataron a los últimos sobrevivientes que habían quedado en el fuselaje.
https://es.wikipedia.org/wiki/Vuelo_571_de_la_Fuerza_A%C3%A9rea_Uruguaya
Como verá, la historia de los pasajeros del vuelo, quienes volvieron y quienes se quedaron en la montaña, es una alegoría acerca de la vida y la muerte.
Se trató de llevar al cine en oportunidades anteriores con magros resultados o deformaciones debido a múltiples factores, pero primero el libro “La sociedad de la nieve” y luego la película de Bayona, se aproximan mejor al asunto, por lo que le dejo el avance:
Pero seguramente usted está leyendo este artículo por su afición a la disciplina de los astros, de tal manera que le pido se ajuste el cinturón y me acompañe a viajar en reversa hasta 1968, es decir cuatro años antes del episodio.
Desembarcaremos en una apacible tarde de otoño por la calle Beyrouth, a unos sesenta metros de la costa del Río de la Plata, en la Rambla de Montevideo.
Nadie es profeta en su tierra
Debido a que tuve el gusto de conocerlo personalmente y conversar en varias ocasiones acerca de la disciplina, evitaré las referencias externas para referirme a Boris Cristoff, nacido en Bulgaria y residente en Uruguay desde niño.
En mi mirada, Boris fue el principal difusor de la Astrología en Uruguay desde los últimos treinta años del siglo pasado.
Uno podrá compartir o no sus métodos, pero no puede dejar de reconocer su trabajo en la práctica del oficio y su capacidad de síntesis.
Como autor fue prolífico y sin meterme en evaluaciones peligrosas de cada uno de sus libros, siempre me quedo con su voluminosa “Astrología Precesional, un retorno del pasado” que publicó la editorial Kier en ese 1968.
Para ese entonces, Boris atendía a sus consultantes regularmente en su casa de la calle Beyrouth:
La adaptación de la progresión domal rosacruz conformó su principal método de pronóstico y lo denominó: Proluna (PLN por sus siglas Progresión Lunar Natural).
Este método sencillo y potente, está presente en muchos de los artículos que escribo acerca de las historias breves de consulta.
Volvamos nuestros pasos ahora al libro “Astrología Precesional” en donde aprovecha en sus páginas finales para presentar otros trabajos que pretenderían ser libros independientes.
Algunos llegaron a la meta, otros, quedaron en el camino.
En uno de ellos, deseaba presentar una teoría que denominaba: “Signos precursores de acontecimientos (SPA)”
Leamos brevemente:
Esta teoría se refiere a hechos o señales que anticipan, para el que lo sepa ver, otros hechos de mayor importancia que suceden a posteriori.
El antecedente más cercano y popular es la superstición, tan antigua como reciente, tan usada antes, como temida ahora.
Astrología Precesional, capítulo 21, página 404
Hasta donde pude intercambiar con él, Boris estaba convencido de una especie de “Teoría de la atracción” y repetía que previamente a un suceso cualquiera en una biografía, había señales que se adelantaban.
Bajo ese concepto, se podía hacer algo así como una ingeniería inversa y provocar signos positivos específicos para obtener buenos resultados luego.
En suma, “atraer la suerte”.
Dígame la verdad: ¿No le suena contemporáneo el método?
Ya para ese entonces dentro de la distinguida clientela de Boris debido a la locación de su consultorio y a sus apariciones frecuentes en televisión, se encontraba el famoso artista plástico Carlos Páez Vilaró
Este artista resultó ser el padre de Carlos Páez Rodríguez, uno de los pasajeros del fatídico vuelo 571.
Accesoriamente, nuestro astrólogo involucrado, estaba vinculado a diversas personas de los barrios distinguidos de Montevideo: Carrasco y Punta Gorda.
Así que para comienzos de la década del setenta, Boris era un personaje algo extravagante pero muy reconocido de esa parte de la ciudad.
Dejemos atrás esta breve semblanza, si bien nos vamos a mantener en el barrio, puesto que tenemos que leer un párrafo de otro libro donde todo cobrará sentido.
El rosario de los Andes
Madelón Rodríguez Gómez fue la esposa de Carlos Páez Vilaró y tal vez en su libro “El rosario de los Andes” es la mejor cronista de la desesperación de los familiares que quedaron aguardando en Montevideo cuando el avión Fairchild fue tragado por la cordillera.
Para el año 2009 ya se decide a contar la historia de la tragedia en detalle y a nosotros aquí nos interesa particularmente un párrafo:
Pasaron 10 días y se decidió terminar la búsqueda.
Ahí, entramos en absoluta desesperación ¿Que hacíamos?
Los dábamos por desaparecidos? ¡NUNCA!
Seguiremos buscando hasta el fin de nuestros días! Esa era nuestra consigna. Entre tantas cosas, nos reuníamos con mama y mis hijas Agó y Beba, todas las noches a rezar el rosario.
También se unían a nosotros cualquier amigo que viniera a visitarnos.
De pronto, alguien comenta que el astrólogo Boris Cristoff podría orientarnos. Justamente, estaba en casa de Eduardo Peile y Meme, grandes amigos que no dejaron de acompañaros ni un solo día.
Ellos conocían al astrólogo, y de inmediato nos fuimos a su casa en Carrasco. De entrada, nos dijo que cambiaríamos nuestras ropas. Mi madre, desde la muerte de mi hermano panchito, se vestía de negro pero Cristoff nos dijo: “Pónganse flores en el pelo, así atraen la buena suerte”.
Mama tiró toda su vestimenta oscura y se puso ropa de color, y todos los amigos que iban a visitarnos, les poníamos flores en la cabeza. Sin lugar a dudas, todos creían que nos habíamos vuelto locas. jajaja
Cristoff también nos aconsejo que consultáramos con un parapsicólogo, nos dio dos nombres. Casualmente ambos vivían en Holanda: Gerard Croisset y Willhen Tenheeff.
Nos fuimos a casa y tratamos de ponernos en comunicación con alguno de ellos. Llamamos a al embajada de Holanda para pedir ayuda y nos dijeron que Gerard Croisset habia muerto, pero que estaba su hijo, que tenia los mismos poderes que su padre.
Nos fuimos a la embajada a buscar una traductora, no queríamos perder ni un minuto de tiempo. Eran las 11 de la noche, la traductora era muy eficiente, la trajimos a casa, y aunque en Holanda eran las 4 de la mañana, ella tomo el teléfono y decididamente llamó a Croisset! , lo despertó, por supuesto, le dijo: “Llamamos de Uruguay, de parte de unas madres enloquecidas porque perdieron a sus hijos en un avión militar que iban…”
“No me diga más nada -le contesto Croisset-, Ya sé todo!… El avión es blanco y nunca lo van a encontrar pues se confunde con la nieve, perdió las alas y quedó como un gusano. El piloto es gordo y se le nota las venas de la cara, él no va piloteando, va el copiloto, el avión quedó entre tres lagunas heladas, y una montaña atrás que siempre tiene una nube encima…Y… hay vida y hay muerte. ¡Por hoy no les puedo decir mas nada más!
Y así termino la conversación…
El rosario de los Andes / Madelón Rodríguez Gómez
Ya ve, en primer lugar Boris implementa como primera medida de emergencia, su “Signo precursor de acontecimiento” y a su vez los orienta hacia Croisset ya que en su arte astral, nada se puede hacer para obtener más información.
Años más tarde, mientras pude asistir en algunas ocasiones al festejo en su casa de la calle Beyrouth del día del astrólogo, Boris nos comentaba que continuaba realizando puntualmente cada año las revoluciones solares de Carlos Páez Vilaró y los ecos de estos cuentos de la tragedia se mantuvieron intactos en el tiempo y es lo que humildemente trato de preservar aquí en la memoria mágica de Montevideo, mientras la historia envejece y sus detalles se deterioran.
Otros relatos y personajes del Río de la Plata, pasaron por esa casa y si bien mi ruta con el oficio difiere respecto de la amplia repercusión y dimensión de la travesía de Cristoff, siempre recordaré con afecto nuestros breves intercambios.
Ya me tengo que ir de Punta Gorda puesto que el señor del Infierno me espera para brindar testimonio de su posible influencia en este juicio, así que volveré mis pasos hacia las tablas de la matemática celeste.
El signo del vuelo 571
Veamos qué tiene que decir la memoria de la naturaleza computada por las efemérides de Astrodienst AG:
El fatídico viernes 13 vemos que muchos astros están “temprano” en diferentes signos.
Especialmente llama mi atención Plutón.
Usted verá, las sociedades son asuntos de los signos de aire.
Y Plutón, nuestro diablo; por esos días, ya se cuela en Libra.
Los sobrevivientes contarán luego que la cordillera obligó a la sociedad de la nieve.
Los forzó a construir una nueva civilización; totalmente extraña a las comodidades, convenciones y creencias para fundar un nuevo misticismo y focalizarse en lo lábil del ser humano, aún teniendo que alimentarse de sus compañeros, rompiendo todos los límites y; sin embargo, siendo más humanos y solidarios que nunca.
La historia de la mano del cine, ahora recorre el mundo y se transmite a millones de personas.
Claro, Plutón en estos días está volviendo a un signo de aire (Acuario); así que encuentro lógico que cuando salí de verla en pantalla grande, ninguno de los espectadores de una sala abarrotada, hiciera algún comentario, silbara o aplaudiera. Fue todo en silencio.
Allí recordé a Boris Cristoff en lo que me pareció un verdadero signo precursor de acontecimiento:
Ninguno de los que vi salir, revisó al menos mientras los tuve a la vista, sus dispositivos electrónicos; se fueron caminando con algún diálogo y nada más.
¿Será que Plutón ahora en Acuario nos invitará a retornar a cada uno de nosotros a nuestra cordillera, sin otro recurso que nosotros mismos?
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Hola Alvaro, he leido completo tu relato. Se me puso muchas veces la piel de gallina…
Yo también fui varias veces el 6 de enero a la Casa de Boris.
Pero
Pensé que ibas a contar la parte donde Boris indicaba en un mapa donde era que el avión podía estar !!!
Esa parte de la historia que se.la oí contar un par de veces es harto larga.
Es más hay una foto o un video no sé donde, que se muestra a Boris Cristoff señalando un punto en un mapa, como recreando el momento
Si encuentro esa info te la mando
Abrazo grande
Fabián Vignoli
Fabián: Muchas gracias por tu comentario. En efecto, la interacción de Boris tiene más aristas en el tema del vuelo 571. Quise exponer al menos una para preservar el patrimonio cultural de la disciplina en Uruguay. Muchas veces nos remontamos a los autores clásicos de hace varios siglos y dejamos de lado pequeñas historias que sucedieron durante nuestro tiempo y en nuestro país, como por ejemplo “El planeta estallado” acerca de la búsqueda de Hiriart Corda sobre un factor perdido. Todo el material que podamos recopilar es importante para quienes vienen detrás en este asunto. Te mando un fuerte abrazo.