Un tobogán peligroso

Un tobogán peligroso

Vamos a empacar en nuestra maleta de viaje algunos objetos necesarios para entender “Un tobogán peligroso”.

Primero, visitaremos brevemente al inventor de un par de artefactos comunes en los parques de diversiones y trataremos de revivir nuestra experiencia en su uso y disfrute, en particular sobre uno de ellos.

Luego lo ensamblaremos con una definición etimológica que le dará contenido a una consulta particular de hace poco más de treinta años en nuestro despacho.

Tendremos tiempo de evaluar sucintamente los parámetros del mapa astral en cuestión antes de asistir a la historia de fondo y todavía nos quedará espacio para un segundo control en consulta años más tarde de tal manera de poner todo en perspectiva.

Inventando la diversión

Hacia 1923 y experimentando nuevas formas de diversión mediante el uso de artefactos a Herbert Sellner (1887-1930), se le ocurrió hacer lo que hoy conocemos como “tobogán” (¿sabía que en Chile recibe el curioso nombre de “resbalín”?), entre otros inventos ya que también a él le debemos el llamado “tiovivo” que aún continúa operando en algunos parques.

Herbert Sellner

Herbert Sellner

Este primer invento estaba diseñado como una diversión acuática, porque terminaba su recorrido en un estanque y las personas podían lanzarse con un trineo desde el vértice elevado.

No tardó mucho tiempo antes que se generaran versiones más sencillas del tobogán que terminó en los espacios de esparcimiento de los parques, los salones infantiles y aún en nuestras casas.

Si por un momento cierra los ojos y evoca su niñez, es probable que se encuentre subiendo la escalerita para deslizarse desde arriba, con algunos niños apretados delante de usted y otros detrás empujando en busca de su turno.

Así que eso; llegábamos a la cima y no teníamos mucho tiempo de evaluar el asunto, especialmente si teníamos una fila detrás aguardando.

Acomodábamos las piernas por delante y con un empujón, nos lanzábamos dejando que la gravedad hiciera el resto.

Un poco de temor controlado y algo de adrenalina acompañaban cada viaje y cuando llegábamos debajo, otra vez a correr a la fila, ¿recuerda?

Era imposible estando arriba a punto de tirarse que uno se diera vuelta y tratara de bajar por la escalera que subió. Si nos había llegado el turno, pues eso; a lanzarse y listo.

Una palabra confusa

Siempre que escucho o leo la palabra “proyecto” siento una confusión acerca de los límites del término.

“Estamos en un proyecto…”

“Tengo un gran proyecto…”

Así para tratar de mejorar mi comprensión de este vocablo no hay nada mejor que recurrir a su etimología y utilizar un concepto que abarque mejor la definición:

Una de las frases célebres de Julio César es: “Alea iacta est”; o sea, “los dados han sido tirados”.

En ese caso la suerte ya estaba tirada “iacta est”, pero ¿qué pasa antes?

Pues entonces está en proyecto, es decir: pro iectus, un derivado del supino del verbo proicere, de latín pro (hacia adelante) y iacere (lanzar) cuyo supino es pro más iactum, que con apofonía da proiectum.

Entonces proyecto es literalmente un lanzamiento hacia delante, hacia el futuro.

https://etimologias.dechile.net/?proyecto

Entonces en un lenguaje más llano puedo hacer una conexión onírica y unir el vocablo proyecto a la experiencia del tobogán; sabiendo que, a primera vista, esto le resultará descabellado.

Sin embargo, le pido se sostenga algunas líneas más en esta travesía.

En tierras de Venus

En 1993 mi pequeño despacho astrológico estaba ubicado en un edificio de la Ciudad Vieja en Montevideo, más precisamente en la calle Juan Carlos Gómez.

Hasta allí llegó por recomendación Rodrigo, un muchacho de 22 años de impecable aspecto (saco y corbata, faltaba más), puntualmente a la hora prevista.

Por aquel entonces nuestro consultante, estaba empleado en una firma importante de unos despachantes de aduana y debido a sus méritos había avanzado hasta una buena posición para su edad.

Sus días laborales transitaban entonces por el mundo de las importaciones y exportaciones, entre agentes de comercio exterior, la Aduana y los bancos con sus créditos documentarios y expedientes.

Destacaba por su responsabilidad y estaba conforme con ello, ya que había dejado atrás sus intenciones de abrir una peluquería en su barrio para trabajar con ese oficio que, había aprendido anteriormente.

Reproduzco la carta de mi archivo con una versión digital de Astrodienst AG para los siguientes datos: 4 de octubre de 1971, 07:15 MVD/UY

Si la observa por un instante verá que hay un conjunto importante en el sector XII, si bien tanto Libra como Aries están interceptados -a mi me gusta pensar que tienen la mitad de los votos en la mesa redonda del Zodíaco, frente a la domificación-, mientras que Sagitario y Géminis le han usurpado sus sillas -y por tanto sus platos-, debido a su doble presencia en los sectores.

El Ascendente se ha marchado a Escorpio, lejos de las tierras de Venus y es lo único que aporta algo de agua y apenas nos queda tierra, puesto Plutón ya embarca hacia Libra, despidiéndose de Virgo.

En suma, la signatura es positiva; muy positiva (Aire/Fuego).

En mi elucubración previa me pregunté qué habría en su vida de especial respecto de su trabajo, con esa presencia particular de los hermanos Júpiter y Neptuno en la cúspide del sector II, tan raros y malquistados con el clásico villano Saturno que les mira en la vereda de enfrente.

Pero bueno; en esta línea predictiva uno se debe a las preguntas de su consultante y no a los razonamientos personales que muchas veces nada tienen que ver con las intenciones de quién contrata nuestros servicios.

En la entrevista tocamos diversos temas en forma somera como habitualmente sucede; sin embargo destacando una pregunta particular:

Ahora en agosto, tenemos un proyecto con un primo muy importante y me gustaría saber qué tal irá todo. —empezó

Bueno, la verdad me parece muy complejo ese tiempo y el resultado del emprendimiento; ¿te será posible postergarlo al menos por unos meses? —contesté

Por ese entonces en mi práctica estaba culminando mi primera década con la disciplina y la cronometría utilizando direcciones era una de mis herramientas preferentes.

Ahora a la distancia le comento que algo no me cerraba del todo bien, pero tampoco daba para alarmarme ni emitir ningún juicio extraordinario acerca de mi consultante sin sospechar a priori, de qué iba el proyecto.

Aha, tomaré en cuenta esta información, pero ya estamos muy avanzados y no creo se pueda cambiar la fecha. —terminó

Culminamos cordialmente el encuentro y quedamos en vernos más adelante para una nueva revisión de su mapa.

El fin de la inocencia

Ya para ese tiempo, Montevideo perdía a pasos agigantados su inocencia respecto de los delitos mayores o “pesados” como se dice en la jerga.

Antes, cualquier policía que custodiaba un banco por ejemplo, se preocupaba más de ayudar a la gente a realizar los boletos de los depósitos de los cheques y a ordenar las colas para el pago de las pasividades que a fiscalizar la seguridad del local o evaluar a quienes entraban al establecimiento.

Empezaban a aparecer algunos asaltos con violencia y la opinión pública reaccionaba con incredulidad frente a esta nueva modalidad importada que escalaba geométricamente.

A mediados del año 1993, “el bayano” (término que se utiliza en mi país para nombrar a una persona nacida en la frontera con Brasil, que proviene del vocablo “bahiano” es decir, nacido en Bahía de San Salvador), había salido del complejo penitenciario, porque tenía cumplida la pena y obtuvo por buena conducta una reducción del tiempo de la condena.

El llavero lo acompañó como de costumbre a la puerta de salida, pasando por la intendencia del penal para levantar sus pertenencias y unos pesos -para tomarse el ómnibus de vuelta que pasaba por la Ruta 1-, a través del patio del módulo.

Lo despidió con el clásico mensaje: “Espero no verte de vuelta por acá, bayano; portate bien.”

Usted verá, la actividad común del bayano consistía en diversos asaltos que variaban de escala cada vez, pero en esta última salida, estaba buscando hacer un “trabajo” grande para guardarse un tiempo.

Antes de caer preso por última vez, ya había detectado una joyería importante en la esquina de la calle Uruguay y Avenida Rondeau en el centro de Montevideo. Luego de unas semanas de salir, la volvió a visitar, pasando por la puerta en algunas oportunidades.

Para su satisfacción la seguridad todavía era deficiente, por no decir; inexistente.

Y el bayano empezó a planificar el asunto seriamente.

El proyecto de trabajo

Precisaba al menos -como se dice en campaña- un aparcero o dos, para hacer el trabajo.

Al salir del penal, se fue a la casa de un compañero del “hotel” (como decían en la jerga penitenciaria para referirse al establecimiento de reclusión) en el balneario Parque del Plata que está aproximadamente a cincuenta minutos del centro de Montevideo, si uno va en auto.

La ventaja del negro Julián, era precisamente que tenía esa casa ahí, fuera del “ruido” de la ciudad y tenía unos pesos apretados que podían ayudar con la logística.

Escuchá negro: entramos fácil, salimos rápido; ese trabajo es una papa. —aseguraba el bayano

Aparte el negro sabía manejar bien y era rápido.

En el módulo cuando estuvieron “adentro” habían intercambiado algunos conocimientos acerca de sus “proyectos”.

Eso sí; el defecto que tenía el negro es que como era muy nervioso, no le gustaban los “caños” grandes (las armas de grueso calibre), porque esos nervios le afectaban la puntería.

No se llevaba bien con eso; pero podía “ganar” (robar) un auto por ahí y guardarlo en la cochera cerrada de la casa de Parque del Plata.

El bayano precisaba alguien además, que lo ayudara al entrar:

Cuatro minutos, nada más. Llegamos atrás del “bondi”; vos negro, nos aguantás afuera; entramos dos “de caño” (arma en mano), “apretamos” al dueño, agarramos la plata, algo de oro, unas joyas de la bandeja de arriba del mostrador y nos rajamos. Fácil. —repetía el bayano en su coreografía mental

Tenía un primo que lo podía ayudar con el asalto una vez dentro de la joyería y que manejaba bien los “caños grandes”, era aplomado y no le tenía miedo a nada.

Además este primo tenía un buen trabajo para aparentar, lo que era fundamental el día después y sobre todo no andar “quemando” el asalto, gastando plata enseguida por ahí, a lo loco.

Ya ve, para no “marcar” (es decir, para no levantar sospecha), el asaltante con cierto nivel necesita de otra actividad y una rutina lo más normal posible.

El primo del bayano si bien ya tenía un antecedente menor cuando muchacho, había quedado archivado y su foja estaba limpia.

Así que finalmente se empezaron a reunir en lo del negro Julián, el bayano y Rodrigo su primo; a comer asado y planificar bien el trabajo.

Hay una línea de transporte de ómnibus denominada C4 que sale de Parque del Plata con destino a la terminal de Montevideo y más o menos una hora después de salir, justo tiene una parada en la acera de la joyería.

La cuestión era salir con el auto robado atrás del C4 poco antes del mediodía a paso lento y a la altura de la calle Ejido a unas tres cuadras antes de llegar a la esquina con Rondeau, hacer tiempo con el auto estacionado (un par de minutos), de tal manera que cuando el ómnibus finalmente pare en la esquina de la joyería, se podía estacionar rápido bien pegado atrás con la ventaja del disimulo de mezclarse con las personas que descendían a esa hora en esa parada porque desde ahí se conectaban con otra red de líneas que servían el norte de Montevideo. Fácil.

Por si no conoce esa zona, le comento que enseguida de Uruguay y Ejido, hay un pequeño repecho a la altura de la calle Yaguarón y después es todo en bajada hasta Rondeau.

Uruguay y Rondeau (2015)

Igual que cuando uno está arriba del tobogán, ¿recuerda?

Ya no hay vuelta atrás, hay que lanzarse hacia delante; hacia el dinero, amartillando las armas.

Un tobogán peligroso

Ahora el negro Julián aprieta fuerte volante, acelera los metros que faltan para frenar fuerte justo detrás del C4; el bayano en el asiento de la derecha manotea el picaporte de la puerta y baja a la carrera justo detrás de Rodrigo que estaba sentado atrás del mismo lado del auto.

Entonces, Rodrigo empuja primero la puerta de la joyería y se va para el lado de la derecha; enseguida, el bayano ya pasa y la cierra.

Adentro el comerciante y su mujer sorprendidos no tienen tiempo de nada:

¡Dame la plata y no me mirés la cara porque te quemo! —ladra Rodrigo

El hombre detrás del mostrador se queda petrificado mirando fijamente el caño del revólver que lo observa en silencio interrogándolo, como un ojo oscuro a veinte centímetros de su rostro.

La mujer sin embargo reacciona y en una bolsa que abre el bayano, llenan entre ellos más o menos desprolijamente el botín que dos minutos más tarde, ya los acompaña a la puerta.

Salen rápido, pero sin correr.

Afuera y desde hace un minuto, el negro Julián tiene una escopeta 12 que le apunta a la cabeza en las manos de un policía de Investigaciones, mientras otros cuatro de la brigada aguardan ya a los lados de la joyería por Rodrigo y el bayano.

A propósito, a la gente de la brigada de Investigaciones les gusta andar vestidos de particular e ir a la carnicería de Parque del Plata a comprar asado, andando en bicicleta como cualquier vecino del balneario, ¿vio?

Y han seguido discretamente los movimientos del bayano desde que salió del penal.

Y lo han visto merodeando la joyería primero y junto al negro Julián después, comiendo asado.

Les llama la atención un muchacho de buen aspecto y muy prolijo que los acompaña algún fin de semana.

Para cuando volvemos a nuestra escena en la acera de la joyería, Rodrigo y su primo son desarmados y capturados primero. Procesados y condenados junto al negro Julián después.

Mala progresión para un proyecto, diría el astrólogo.

A veces cuando uno sale despedido del tobogán, la caída termina mal.

Epílogo

Rodrigo volvió a consulta en 1998.

Así pude reconstruir el relato que acaba de leer y de lo que pasó.*

Al cumplir su pena consiguió primero un trabajo con un familiar y luego con el correr de los años recompuso su vida personal con una nueva normalidad.

Lo interesante para nosotros más allá de la muestra del mapa de un asaltante con una doble vida montada discretamente es el chiste astrológico:

¿Recuerda la posición de Venus en el sector XII en su domicilio librano?

Una vez dentro del penal y debido a su buen comportamiento, Rodrigo arregló con el encargado del módulo para poner un espejo chico y una silla.

Ahí con una máquina cortapelo y un peine, se pudo improvisar una peluquería en donde atender de forma mínima las necesidades estéticas de los internos de tal manera de hacer un jornal para subsistir.

El oficio estético (Venus) y la penitenciaría (casa XII), aquí caminan juntos a la par.

Estoy seguro que ahora volverá a revisar la carta natal de Rodrigo con otros ojos.

¿Verdad que es sorprendente como se refleja una biografía en el mapa?

Hace poco leí en el maravilloso libro “La fuga de Dios” de Juan Arnau un concepto acerca del paradigma de la ciencia y del resto de los conocimientos humanos y me gusta pensar que en suma:

La Astrología también, es un modo de la Verdad.

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*Por privacidad, la ubicación de la joyería, los nombres, apodos, características de los personajes y sus detalles han sido alterados, por lo que mínimamente he tratado de preservar en la medida de lo posible, el alma de esta historia.

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