Este breve artículo “Un juramento ineludible” está enmarcado en la situación personal que sucedió en casa de mis padres durante la tarde del 18 de octubre de 1984, cuando luego de una serie de estudios astrológicos más o menos furiosos -y por ende, caóticos- tuve la primera consulta profesional con una amiga insistente de mi hermana mayor, del que ya he dado algún que otro testimonio en esta entrada del blog.
Con la “madurez” propia que portaba en ese tiempo a mis 18 años, durante unas tres horas -sí, tres horas- emití toda clase de juicios a diestra y siniestra aplicando cada uno de los preceptos que había compilado para ese momento desde los libros de Alpherat, Morpurgo, Heindel y unos cuantos autores más.
Aún sostengo que, ese estudiante era técnicamente mucho mejor respecto de este veterano; al igual que cuando se trata de comparar por ejemplo, el nivel de un ajedrecista.
En efecto aquel muchacho estaba indudablemente más atento y de alguna manera en alerta a cada detalle de una biografía con todo el material fresco; mientras tanto el que hoy interpreta ya no cuenta con el brillo y la memoria técnica para observar los asuntos pequeños pero todavía relevantes. Sin embargo tengamos la merced de adjudicarle -al menos- en una cuota modesta, la comprensión relativa de la naturaleza humana y sus avatares, firmada por los cuarenta años de trajín con todo el asunto.
La carta (en mi archivo numerada 6/84) que reproduzco utilizando el software de Astrodienst AG puede tener un valor técnico menor para el lector pero, en mi caso representa el comienzo de un camino que hace pocos días completó las cuatro décadas en el oficio:
Desde ese día y hasta este momento, pasaron muchas personas, alumnos, países, experiencias, fabricación de instrumentos astronómicos muy rústicos, un reconocimiento básico de los cielos nocturnos, artículos, libros, software, talleres, formación académica, investigación y otros asuntos de mero interés personal.
En esta breve declaración diré simplemente que traté de seguir -hasta donde pude-, un juramento ineludible que cierto astrólogo y médico nos dejó unos cuatro siglos antes de Cristo a los practicantes de este arte:
No practicaré la adivinación ni la predicción para satisfacer los mórbidos anhelos de los curiosos, ni buscaré asombrar, ni jugar con la credibilidad ajena, sino que satisfaré consultas sólo a quienes tengan un problema sobre el cual saben que necesitan ayuda, buscándola ansiosamente.
En lugar de adelantar un pronóstico, me esforzaré para instalar el pensamiento recto que contribuya a evitar o mitigar una condición desfavorable que vea en una actividad; interpretándola en términos de influencias más bien que de sucesos y enseñando, en todo momento una filosofía de libre albedrío y autocontrol emocional que sea antítesis de fatalismo y predestinación implacable. No daré a persona alguna consejo que contribuya a perjudicar a otra o aprovecharse injustamente de ella.
Jamás efectuaré manifestación ni interferencia alguna que vaya en demérito de otro astrólogo, salvo que éste me llame a consulta.
No cejaré jamás en mis esfuerzos para acrecentar mi conocimiento científico para enseñarlo a quienes juzgue dignos de seguir mis huellas y consagrar mis energías sin regateo al mejoramiento de la comprensión humana y a las relaciones personales en servicio de la Humanidad y de la sociedad
Quiera el Creador que colocó a los planetas en sus órbitas como medios de guía de los destinos del hombre, preservarme y sostenerme en proporción a la fidelidad con que yo cumpla las leyes que se me ordenó enseñar.
Hipócrates (460-377 a.C.)
Por último diré -citando a André Barbault acerca de mantenerse alejado de cualquier clase de promoción- hoy en día, a mis orillas siguen llegando nuevos consultantes recomendados, además de los que ya se han contaminado irremediablemente con la disciplina.
Esto último no ha hecho más que afirmar el orgullo de mantener un juramento ineludible, que intento replicar en la humilde práctica de este oficio cada día.
Me encantó el relato histórico y sincero de un astrólogo estudioso y preocupado por la condición humana…
Muchas gracias Ana. Un abrazo.
Muchas gracias querido Alvaro. Me llegó profundo y es admirable el camino y el compromiso, doy fé de cada palabra y su contenido. Gracias por compartir este texto, que en lo personal es el marco ético del astrólogo y el camino a seguir. Maravilloso !!! Gracias nuevamente.
Muchas gracias Renatto, te mando un apretado abrazo.
Hola estimado Álvaro. Yo que no conocìa en absoluto las caracterìsticas de una astrologìa ”seria”, puedo decir que estoy profundamente agradecida a la amiga que me puso en contacto contigo. Obviamente extiendo mi agradecimiento a tu persona, que con esa caracterìstica tan particular con la que mezclas sabidurìa, humor y respeto, logras calmar la ansiedad y muchas veces la angustia que impulsa mi consulta. Gracias por estar ahì y responder siempre mis preguntas, permitièndome continuar transitando mi camino con mayor seguridad,y, obviamente calmando momentos donde la duda y la indecisiòn pudieron haber hecho mi vida màs difìcil aùn. Gracias nuevamente por tu apoyo y orientaciòn que provocan en mi el deseo constante de volver a consultarte. Felicitaciones por la cuarentena en la que seguramente has orientado a tanta y tanta gente como yo. Abrazo y a continuar por el bien de todos.
Muchas gracias por tus palabras Ana, te mando un abrazo.
Querido Alvaro! Hermoso juramento ético; como tú en consulta y como Profesor. Siempre un gracias!
Muchas gracias a vos Valeria, abrazo.
Un capo de magnitud soberana que ha sabido navegar entre lo técnico y la condición humana de cada consultante, teniendo que tomar difíciles decisiones en el trayecto.
Felicitaciones una y mil veces!!
Gracias por todo!!
Muchas gracias Alejandra, te mando un fuerte abrazo.