Las tijeras del astrólogo

Las tijeras del astrólogo

El oficio del peluquero:

En el año 1995, mi trabajo cambió de sitio y por tanto al poco tiempo me encontré buscando un nuevo lugar en donde cortarme el pelo. Me recomendaron con un peluquero que tenía su pequeño comercio en la calle Juan Paullier, en el barrio del Cordón en Montevideo.

Durante los siguientes 15 años me corté el pelo entonces con la misma persona que tenía un equipamiento completo, antiguo y presentaba una particularidad:

El peluquero usaba siempre las mismas tijeras, el mismo peine y la misma navaja.

En el mueble debajo del espejo, cada vez que iniciaba un corte; José Luis (así se llamaba), abría los cajones que estaban colmados de tijeras, navajas y otros artefactos para su oficio, pero invariablemente así como los abría buscando algo, los cerraba con un gesto automático.

Le colocaba la túnica a su cliente y comenzaba el corte.

Me di cuenta del asunto un tiempo después, hasta que en un momento me animé a preguntarle qué buscaba; para recibir la contestación -con algo de sorpresa-, que revisaba a ver si veía una mejor tijera para el corte; pero al final terminaba usando siempre lo mismo:

La misma tijera, navaja y peine.

La peluquería estaba siempre con tres o cuatro clientes esperando y así la recuerdo el último día que, -nuevamente por temas de trabajo- me cambié para otra distinta.

Tenía unos trofeos antiguos. Me enteré los había ganado en una competencia de su arte, así como un par de afiches descoloridos de unos equipos de fútbol de la década del ´80.

José Luis hacía el mismo ritual; cortaba perfecto, hablaba lo justo, cobraba correcto y atendía al siguiente cliente; sin cambiar su equipamiento, eso sí; buscando en sus cajones algo diferente por algunos segundos cada vez.

El oficio del astrólogo:

El 18 de octubre de 1984, luego de un período de furioso entrenamiento, empecé mi actividad como astrólogo.

Trataba de estar atento a no olvidar nada; especialmente desde el punto de vista técnico, mientras continuaba estudiando y prestaba atención a todos los detalles anotados por los autores que había leído, ya que no tuve la suerte de tener un profesor, pese a mi fallido intento con Julio César Hiriart Corda, de quién pueden leer una breve nota aquí.

Muchos años pasaron, varios países, unos cuantos alumnos, escribí algunos libros y realicé algo de investigación, hasta hoy.

Hoy llegó mi lectura número 10000.

Los números redondos tienen ese atractivo, uno los usa como mojones del camino, no porque en sí representen algo; sino más bien para mirar atrás.

Esas 10000 lecturas me transportaron al escribir este artículo a una asociación con mi peluquero de ataño.

Trato de hacer mi trabajo de forma decente, la gente viene a consulta recomendada y lo interesante; es que uso las mismas tijeras.

Varias técnicas recomendadas fueron cayendo lentamente en el olvido, ya sea porque no resultaban en la práctica luego de una estadística propia razonable o porque su aplicación en consulta resultaba ineficiente.

Sobrevivieron a fuerza de números, dos o tres herramientas de pronóstico, -sí, hago Astrología Predictiva; Judiciaria no es más que esto- mientras que el resto fue a parar a los cajones en donde cada tanto algunos alumnos con curiosidad preguntan por una navaja, un peine “raro” o una tijera extravagante.

Atrás quedaron los libros de Astrología en donde se me indicaba las tropelías de Saturno en la VII o el maravilloso presagio de Júpiter en Tauro.

Fueron lerdamente sustituidos por estos 10000 Cielos.

Esos que me fueron enseñando a escuchar al consultante, mantener una estricta reserva, no confiarse de un sistema axiomático imperfecto, utilizar un par de técnicas fiables y esperar de forma sensata una tasa de acierto decente, alegrándome cuando vuelven por su siguiente consulta.

Ya voy camino de los 37 años de oficio y sigo extendiendo la túnica como José Luis mi peluquero, cada vez.

Miro cada carta con curiosidad y me asomo a los cajones buscando algo diferente, pero al final confío en mis tijeras, sabiendo que ellas no están apoyadas en la experiencia escrita de otros, sino en las horas de vuelo que ya llevo con todo esto.

Es verdad también que trato de hablar menos -se me permitirá emular a Hiriart Corda a esta altura- aunque me sigue costando y trato de completar el trabajo sin desviarme demasiado del asunto.

En suma, soy un simple astrólogo genetlíaco que vive lejos de las redes sociales, de los brillos de los practicantes de la “astrología mundial”, de los pronósticos horoscópicos y otras verdades fantásticas que yo no alcanzo a probar debido -seguramente- a mi inteligencia limitada, sumada a mi oscuro puesto de observación.

Básicamente lo que hago es atender a mi siguiente cliente, escribir su carta -muchas veces a la antigua y en algunos casos muy contados, disfruto de hacerlo a cielo abierto-, abrir los cajones buscando algo, para cerrarlos un instante después, mientras comienzo a interpretar la biografía lo mejor que puedo usando las mismas tijeras.

Tal vez mi carrera como docente en el tema, sumado al hecho de volverme viejo; resuena en la ocasión de la pregunta de mis alumnos acerca de una interpretación cualquiera y porqué digo tal cosa y no tal otra.

En lugar de recurrir a elucubraciones eruditas o citas dudosas; simplemente prefiero mostrarle mis tijeras.

13 comentarios en «0»

  1. Me gustó! 🌷de astrologia no se, me acerqué a ella porque me atrae mucho el cielo, será por la edad… volviendo a tu metáfora que és lo importante, sintonizó con mi herramienta favorita, la vida cotidiana, aplicada a la pedagogia i a la aromaterapia. 🌿

      1. “Es lo que he visto “… “y te advierto” Que frases querido Alvaro !
        Pasion, compromiso, reserva y seriedad. Sos el ONE.
        Felicitaciones por esas 10.000.
        Abrazos.

  2. Y lo agradecidos que estaremos siempre tus alumnos de que decidas mostrarnos tus tijeras!
    Tu humildad y bondad para enseñar son realmente destacables.
    Gracias!

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